Se cuentan dos historias acerca
del paraje donde se levantó el
santuario y del deseo del
Gauchito de seguir permaneciendo
en ese lugar:
1) Con los años era tanta la
cantidad de promesantes que iban
a visitar al santo y le
encendían velas, que el dueño de
la estancia sintió temor que le
incendiaran el campo y hace
llevar el cuerpo al cementerio
local. Dicen que este estanciero
era un hombre rico, con una
familia sana y bien constituida.
Pero desde el momento que decide
sacar de allí el oratorio
comenzó a tener problemas
económicos, muere uno de sus
hijos de una extraña enfermedad,
la hacienda se enferma y los
campos se iban secando. Él mismo
cae en cama y los médicos no
aciertan con el diagnóstico. Un
día una mujer que habían llamado
para que lo curara le dice que
iba a mejorar cuando volviera a
traer el oratorio del Gauchito a
su lugar. El estanciero
construyó un mausoleo junto con
una cruz tallada en fina madera
en el sitio donde murió y cedió
además un amplio espacio. A
partir de ese momento todo
mejoró para el dueño del campo.
El Gauchito siguió enterrado en
el cementerio local pero el
lugar de su muerte se convirtió
en centro de culto.
2) Algunos hechos sorprendentes
comenzaron a suceder cuando se
asfaltaba la ruta y los
ingenieros decidieron que lo más
práctico era trazar una línea
recta para acortar distancias a
pesar que ésta pasaría por
encima del oratorio del Gauchito,
y por lo tanto, era necesario
moverlo.
Los operarios dijeron que "no
era bueno pasar por arriba de
tierra sagrada para los
correntinos" pero los
empresarios ignoraron esa
advertencia. Muchos peones se
negaron a cumplir la orden y
renunciaron. Cuando estaban
cerca de la zona en cuestión las
máquinas se negaban a avanzar,
ni los operarios, ni los
mecánicos ni los jefes lograban
ponerla en funcionamiento si la
dirección era hacia el santuario.
Los operarios comenzaron a
desertar porque pensaban que
todo era obra del Gauchito que
se negaba a que lo sacaran de
ese lugar. Ante tantas
dificultades deciden respetar el
recodo y que el camino haga una
curva. Se respeta así el
Oratorio y los ingenieros piden
perdón y protección para la obra. |